Amor Reencarnado

Usado más en referencia a seres o espíritus que vuelven a tomar forma corpórea.

Cómo olvidar tu aroma, si atravesó el espacio para recordarte en esta sublime desnudez. Lo noto en la forma en que palpitan todos mis corazones.

Percibo los temblores en tu bajo vientre como el torrente sanguíneo desbocado por la adrenalina. Me pides clavar una dosis letal directo al suave fruto de tu corazón. Corremos el riesgo de volvernos sobrehumanos.

No tengo dudas de que, por esa piel, me vuelvo lo que sea: una bestia, tal vez, un lobo dispuesto a devorarlo todo. Pero esto no es un cuento infantil, y tú no eres cualquier Caperucita Roja.

Siento cómo se me va la vida; cada choque es un recuerdo de las vidas pasadas. ¿Es esta solo una reencarnación? Me pregunto cuántas veces te he hecho el amor en todas esas vidas, cuántas veces he saboreado el manjar tropical entre tus muslos. Viajé tan lejos solo para caer en tu dulce pecado.

Descuida, yo tampoco soy una buena influencia. Te enseñaré a llevar las cuentas… de cuántos orgasmos salpican sobre mi lengua.

Delirante, no moriré en un desierto mientras tu humedad sacia mi sed. Haré el amor por una eternidad, en esta habitación hoy, y donde tu creatividad lo imagine mañana.

No me importan los límites de la moralidad. El fuego está hecho para arder, y tú, de pura combustión y placer. Pierdo la paz, pero nunca la guerra, si te tengo de rodillas, si te hago mi rehén en la trinchera del placer.

No necesito fumar en el balcón para idear qué hacer entre las cuatro esquinas de la cama. Todo empieza con la simplicidad de verte a los ojos mientras te tomo con las mismas ganas que refleja tu mirada.

Devolverte los placeres que me susurras con la boca. Desnudarte el alma, tocando esos lugares que nunca pediste, pero que sabías que descifraría.

Y aquí estamos, ergonómicos, tú sobre mí, apretando tus jugosas nalgas tropicales, mojando la playa de tus muslos. Encajo mi yugo, tu juguete favorito, mientras saltas al ritmo de tu propio deseo.

Siento que te he amado en todas las vidas que has soñado. He sido tu doctor, tu profesor, tu crush… Soy todo ahora y siempre. Así que sonríe, sin vergüenza, porque falta mucho para terminar esta penitencia en la que se redime tu exquisita piel de frambuesa.

Me aderezas la lengua, me muerdes el cuello, clavas tus dedos en mi espalda, exigiéndome ir más profundo. Y yo, complaciente desde que puse mis pupilas en ti, cumplo tus deseos.

Figura de edición limitada, quiero saborear tus contornos para guardarte en mi rincón favorito en esta vida, mientras terminamos haciendo el amor en la próxima.

Aquí despiertan mis sentidos, se vuelven sensibles al mil por ciento.

¿Qué sucede con mi cuerpo? Percibo tu aroma a frutas dulces, cremas deliciosas. Siento el calor de tu piel, en contraste con las velas aromáticas. Te lamo y te beso, y el sabor salado de tu sudor es un licor por el que brindo. Mis manos exploran tus lugares más cálidos, los lunares en tu piel, el erizado de tus trazos. Tu aliento me invade, y aunque quieres tenerme, guío tus manos a tu espalda mientras sigues moviéndote. Tu cabello me hace cosquillas, saltando en todas direcciones. Me pasas la lengua por la cara y noto lo caliente que estás, no solo físicamente, sino en esa química que hierve dentro de tu vulva de fruta.

Déjame hacerte vino, destilarte y añejarte con los años. Beberte en la alcoba, en el sofá, en el jardín secreto de la mansión, en un picnic a orillas del lago. Déjame catar tus pechos suaves como lana, mordisquearlos hasta que te rías. Moldearte a imagen y semejanza de tus posiciones favoritas, incluidas aquellas donde te montas sobre mí y te hago levitar mientras penetras mi fortaleza de diva.

Eres mía, aunque la lista de 40 canciones se termine. Repetimos, como animales, como humanos, como dioses. Porque disfruto gritarte al correr juntos la misma maratón, cruzando la meta con el orgasmo en la punta de la lengua y en el borde de nuestras bocas.

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