Fotografía artística erótica titulada Perversión, con estilo íntimo y poético.
Imagen promocional del relato erótico “Perversión” de Cordero Escribe.

 

El universo se creó en un estallido, como tus orgasmos al chocar tu cuerpo con el mío.

Cada lunar es un destello, fragmento de tu absoluto cuerpo.

La guerra de los mundos comenzó en cuanto empecé a comerte desde el núcleo,

allí donde nacen los celsius que te derriten.

Y mi lengua inventó su propia teoría de la relatividad,

donde tu física y la mía se entrelazan en fórmulas que solo nosotros comprendemos.

Posiciones infinitas, calculadas por nuestra complejidad y tu flexibilidad.

Y ni hablar de la química, cuando tus muslos se cierran sobre mi reactiva boca.

Un nuevo elemento se crea, capaz de alterar la materia, de hacerte líquida

a la velocidad de la luz, intentando vencer a mi lengua,

que mide tu proporción áurea en demasiadas formas y facetas,

en rincones donde solo mis dedos curiosos saben llegar.

Eres centro líquido, inspiración y delirio.

Y así se siente: elevarnos a esta constelación,

desglosarte sobre la tela blanca.

No hay telescopio Webb que pueda calcular este rincón secreto de tu galaxia.

Solo este cuerpo sabe observarte entre tantas estrellas.

La vida es bella.

Pero tu vientre apretándome desde dentro, mientras me miras fijamente y me exiges todo,

es como poner los pies sobre la luna, derrochar los sueños acabando en tu universo.

Y como la diosa más perfecta, te hago contemplar la tierra desde nuestra ventana,

recordándote que, cada vez que quieras salir de tu consciencia, pienses en mí.

Vendré al instante.

Te comeré tan lento que el tiempo dejará de existir,

tan profundo que curvaremos los espacios oscuros de tu piel,

tan delicioso que mi delirio desbordará la pasión

con la que un científico observa el cielo nocturno.

Esta noche serás todas las teorías en una.

Sobre las almohadas me pondré a estudiarte:

forma, ritmo, sensibilidad, complejidad.

Todo lo que tu perversión me pida.

Y sin causar heridas, morderemos nuestros labios.

Si te encanta mi esmero, gotearán los tuyos,

vampirizados por el placer.

Y no tendremos más opción que hacerlo de nuevo al amanecer.

Y sin censura, te llevo con mis manos desde el cabello, gateando por el umbral, para acostarte de lado como una diosa sin nombre.

Apenas recobras el aliento cuando sientes cómo me acomodo detrás de tu desnudez,

besando tu hombro mientras preparo tu cuerpo para la verdad.

Atrapándote por el cuello, te aseguro al ritmo.

Rozando tus piernas encontramos el camino,

y el sendero se deja ver desde atrás con tus muslos cerrados.

Solo siento tu mano estética tomando mi miembro como un regalo,

a punto de abrirse dentro de ti.

Lo paseas sobre tu piel como un guerrero listo para morir por su reina.

Sientes un fuerte palpitar, y no solo de mi corazón.

Tus labios húmedos y flexibles comienzan a expandirse,

mientras lo hundes en ti, lento,

acompañado de tus suspiros.

En ese vaivén tu mano se extiende, alcanza mi nalga

y me aprieta hacia ti.

Acoplamos este festín, todo un regocijo.

En unos segundos aprovecho para besarte sin disimulos:

nuestros latidos se sincronizan,

preparas los primeros gemidos.

Extasiante es entrar hasta tu aposento,

aferrarnos con furia al proceso.

El ritmo golpea cada vez más fuerte,

pasamos de la suavidad a la contundencia astronómica,

sin pensar en la lógica.

Tus estrellas me piden más,

y yo me esmero, te entrego mis ganas con tanta fuerza,

que tu voz se vuelve anhelo.

—Quiero más, por favor. No te detengas —musitas,

y luego gimes.

Benevolente, golpeo más fuerte, más preciso,

rítmico, como una danza de vientres que apunta a un final feliz.

Casi te vienes.

Tu cuerpo entero lo dice.

Mis manos se preparan:

una te toma por el cuello como si fuera el mástil de una guitarra,

la otra roza tu pierna y penetra tu vientre,

mientras comienzo a hacer música en tu clítoris con mis dedos, tus favoritos.

Y mi pene, encendido aún más al escucharte,

se acelera a ritmo desquiciado en la orilla de tu mundo.

De pronto estallas sobre mis manos y mi miembro:

un torrente de temblores indecentes,

movimientos sexuales involuntarios,

mientras yo comienzo a efervescer dentro y fuera de ti,

como si llenara con cremas un postre exquisito.

Ni la música puede silenciar tus gemidos,

ahora gritos con mi nombre.

El aire huele a nuestra perfecta sincronicidad,

a poros desbordados de deseo,

a ganas de fundirnos en uno solo.

Al acabar juntos, esa mezcla perfecta emana nutrientes

que embriagan nuestros sentidos con placer y paz.

Se relajan nuestros cuerpos,

y nos preparamos para una nueva práctica de teoría del Big Bang.

Fotografía artística erótica titulada Perversión, con estilo íntimo y poético.
Prosa Erótica Contemporánea
corderoescribe.com

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